Volver a verlos
Al asistir a un acto comunitario, Julian se mezcló entre la multitud, sus ojos escudriñaron la escena hasta que se posaron en sus hijos por primera vez en años. Reían y jugaban, relacionándose sin esfuerzo con quienes les rodeaban. “Han crecido tanto”, susurró, con el pecho oprimido por la emoción. El peso de todo lo que había echado de menos se abatió sobre él: orgullo por su fortaleza, tristeza por el tiempo perdido y una dolorosa sensación de pesar. Observando desde la distancia, vio por fin la vida de la que se había alejado, y era más abrumadora de lo que jamás había imaginado.

Volver a verlos
Tendiendo la mano
Conmovido por la visión de sus hijos y la vida que se había perdido, Julian por fin tuvo el valor de ponerse en contacto con Elara. Respirando hondo, cogió el teléfono y dudó un momento antes de marcar su número. “¿Hola, Elara? Soy Julian -dijo, con voz inestable. Se hizo un breve silencio antes de que ella respondiera, con un tono cauto pero sereno. Podía sentir el peso de una historia tácita entre ellos, pero siguió adelante. “Me gustaría hablar -admitió. La conversación parecía el comienzo de algo incierto: tal vez el final, tal vez algo más.

Tendiendo la mano