Los niños entran en calor
Al principio, los niños recelaban de la repentina implicación de Julián, pero poco a poco empezaron a aceptar su presencia. Era el que más animaba en sus partidos y asistía a las reuniones escolares, escuchando atentamente. “¿Quién es ese hombre?”, preguntó un amigo. “Es… nuestro padre”, fue la vacilante respuesta. Día tras día, la persistencia de Julian dio sus frutos: los breves intercambios se convirtieron en conversaciones más largas, y la distancia inicial se suavizó hasta convertirse en cautelosa curiosidad y tímida calidez.

Los niños entran en calor
La comunidad especula
La creciente presencia de Julian no pasó desapercibida a la comunidad, que suscitó murmullos y especulaciones sobre sus intenciones. “¿Está intentando volver a sus vidas?”, se preguntaban algunos en voz alta. Aunque era consciente de las habladurías, Julián permaneció imperturbable, concentrándose en lo que de verdad importaba. Sus acciones eran más elocuentes que sus palabras cuando se esforzaba por salvar la distancia, mientras la ciudad observaba con curiosidad, atraída por el drama que se estaba desarrollando. Sin embargo, para Julian nada importaba más que sus hijos.

La comunidad especula