Preocupaciones infundadas
Julian exhaló profundamente, el peso de sus decisiones pasadas se asentó entre ellos. “No tenías por qué hacerlo sola -dijo de nuevo, esta vez con voz más suave. Elara esbozó una sonrisa triste. “Pero entonces no estabas preparada para oírlo -admitió. No podía discutir: sus rígidas creencias le habían cegado ante posibilidades que iban más allá de su propia perspectiva. Ahora, cuando por fin se supo la verdad, vio el amor y el sacrificio que había detrás de las acciones de Elara. Y, por primera vez en años, sintió que sus heridas empezaban a cicatrizar.

Preocupaciones infundadas
La inmensa culpa de Julian
Elara respiró hondo y la tensión entre ellos cambió. “Nunca quise que te sintieras traicionado -dijo en voz baja. Julian se pasó una mano por el pelo, abrumado por los años perdidos de ira y orgullo. “Debería haberte escuchado… Debería haber estado allí -murmuró. Elara lo estudió durante un largo momento antes de asentir. “Quizá ahora podamos avanzar por fin”, dijo. Por primera vez en años, la posibilidad de curarse ya no parecía inalcanzable.

La inmensa culpa de Julian